Dentro de la mente

- Katherine, cierra los ojos y dime qué ves. 

Hice lo que me pedía, tampoco era la primera vez que me centraba en el otro plano, el mental.
Como otras veces los elementos y las personas se vieron cada vez más claros hasta que el plano mental me dio la bienvenida como a una vieja amiga.

Me encontraba en la sala de control en la que me encargaba de controlar el cuerpo. A mi lado estaba Ariadna, la miré por enésima vez; pelirroja de ojos verdes, cara fina con pequeñas pecas que le quitaban a su piel ese tono tan pálido. Ella me sonrió dejando ver sus dientes blancos y haciendo que sus labios se convirtiesen en una fina línea rosada.

   Hacía ya 10 años que conocía a Ari, primero su voz, la cual aprendí a diferencia por las sonoras "s" y su leve tartamudeo. Después sus comentarios y opiniones me fueron más familiares hasta que su rostro fue tomando forma  de un día para otro.

 Me levanté del sillón que ocupaba en la sala de control dejando el modo automático del cuerpo activado mediante el cual cada x segundos rascaba una parte del cuerpo al azar o se movía a los lados.

La sala que me esperaba era bastante amplia. En uno de los sofás descansaba Marcos, al igual que con Ari me centré en él. Marcos tenía la piel pálida sin ninguna peca, los ojos de un profundo azul cielo y el pelo negro azabache.

Proseguí mi recorrido. En el segundo piso Abigail y sus dos hermanas jugaban a las muñecas y a su lado las gemelas Kelsey y Johanna se probaban la ropa de Ariadna entre risas.
Bajé las escaleras dos pisos y en la planta baja encontré a Charlotte nadando en la piscina cubierta y a John en el gimnasio.
Iba a ir hacia él cuando la voz de la psicóloga retumbó por todas las salas.

-Katherine, ¿Qué ves?

Me quedé en silencio y subí a la sala de control, allí las cámaras mostraban todas las salas y los escondrijos de la mente a la izquierda y el plano físico a la derecha.

-¿Katherine? - Volvió a hablar la psicóloga.

- Nada. Solo negro - contesté.